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miércoles, 26 de diciembre de 2018

EL PERÚ A INICIOS DEL SIGLO XX: CAMBIOS DEMOGRÁFICOS Y SOCIALES | PARTE 1

Las actividades culturales e intelectuales del Perú de comienzos del siglo XX estuvieron marcadas por las preocupaciones de cómo lograr el progreso material, cómo establecer una autoridad política legítima, estable y reconocida, y cómo alcanzar la integración social. Esto quiere decir que se reconocían como problemas nacionales el atraso económico, la falta de relación entre el Estado y la sociedad y la fragmentación social, manifestada en la marginación de los indígenas y a veces de los nuevos grupos sociales urbanos.

CAMBIOS DEMOGRÁFICOS
La reflexión sobre estos problemas se daba en el contexto de cambios importantes en la sociedad peruana. Los estudios demográficos sobre el Perú de comienzos del siglo XX se han enfrentado con la carencia de un censo general de la República para el período comprendido entre 1876 y 1940. Sin embargo, censos parciales realizados en Lima y en otras ciudades nos sugieren un crecimiento de la población urbana y costeña en el contexto de un país que todavía era mayoritariamente rural y andino. En 1890 se estimaba que había en Lima 114 788 personas y, según el censo de 1908, la ciudad creció a 172 927 habitantes. Posteriormente, el crecimiento de Lima iba a continuar. El censo de 1920 dio como resultado 223 807 personas en Lima o un aumento de casi el 30 %. El crecimiento de Lima continuó después de 1920; en 1931, la ciudad contaba con 376 097 personas.

Los obreros debían trabajar largas jornadas en las fábricas, así como los campesinos en las haciendas, quienes además sufrían el despojo de sus tierras. Esto llevó al inicio de un movimiento obrero que se organizó en sindicatos y luchó por derechos laborales más justos, así como al desencadenamiento de rebeliones campesinas que fueron reprimidas por el ejército.
Huelga de los trabajadores hacienda Casa Grande

Otras ciudades también crecieron, como Arequipa, Cusco y Trujillo, que en 1908 contaban con 35 000, 18 500 y 10 000 habitantes, respectivamente. Existió sin duda un crecimiento natural de la población, debido a los años de paz interna que sucedieron a la guerra y al fin de las luchas entre caudillos militares; pero este incremento por sí solo no explica el crecimiento de Lima y de otras ciudades del interior. Las oportunidades de trabajo y el hecho de que fueran grandes centros administrativos alentaron la migración hacia los centros urbanos.

Asimismo, este crecimiento urbano indicaba algunas fisuras. Según el censo de 1908, el 58,5 % de la población de la ciudad capital no había nacido en Lima (lo cual sugería el inicio de una corriente migratoria que se iba a incrementar en las próximas décadas) y cerca del 10 % de la población de Lima había nacido en el extranjero, siendo la mayoría de ellos de origen italiano. Algunos médicos como Rómulo Eyzaguirre, Leonidas Avendaño, Enrique León García y J.M. Macedo denunciaron las difíciles condiciones de sobretrabajo, tugurización, mala alimentación e insalubridad de la mayor parte de la clase trabajadora, de la población infantil y de los pobres de la ciudad de Lima. 
Algunas clases sociales urbanas y masas indígenas que no fueron parte o fueron afectadas desfavorablemente por los procesos de crecimiento económico "hacia fuera" fueron expresando su descontento primero en protestas y, más adelante, en rebeliones que, a pesar de la importancia y espectacularidad de su estallido, solo llegaron a cuestionar el orden establecido en pocas ocasiones.

Masas urbanas agitadas para respaldar a Billinghurst y presionar al Congreso (1912). Fue la primera movilización de este tipo en el Perú, con las clases populares volcadas a las calles en apoyo de un político. 

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